La presa. Bronce. 60x16x03 cm. Castellvell, 1987
La escápula
Añoro
tanto tu ocaso
como tus días de gloria.
Mamar de tus pechos secos
me recuerda los otoños del corazón,
los pensamientos nebulosos y mortecinos,
las tierras abandonadas en permanente barbecho.
De tus hojas sin textura ni verdor ha renunciado el
poeta;
él también naufraga en los limos fétidos de tus
leyendas pasadas.
Tus callejones han cambiado de nombre mil veces y
otras diez mil cambiarán en el rodar de la historia.
Los restos de tu pasado hoy se venden de ocasión.
Tu piel reseca, cada día transmite su olor mortecino
y de tus pozos ciegos emanan las flores del miedo;
ornamentos de los guerreros que descansan en ti.
Te observo hasta que mis heridas no duelen nada;
espectro moribundo, ¡otra vez la tierra derrotada!
con los campos repletos de escombros y morralla
y las avenidas llenas de baches y cristales rotos.
En una callejuela, tres perros devoran un cuerpo,
gruñen para compartir una escápula y un peroné.
Ondeante en el balcón, a jirones, se han perdido los
colores de la caracha.
Con los escombros de vuestra derrota hoy se recicla un
hogar esperanzado.
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