Procesos creativos. 460 Págs. Adquirir en: La Comella, Tarragona, telf. 646732866.
La pregunta sobre el Origen, la Creación, desborda todas las respuestas, no obstante está ahí y nos interpela. Enfocar la realidad interior de las cosas, su fuerza original, su emergencia, es un objetivo primordial en el mundo de la física, pero no en el de la psicología, la ética, la política o la estética. Caminar por los diminutos senderos de los átomos hasta cabalgar sobre los cuantos de luz ha sido un trayecto extraordinario que ha hecho posible llegar a conocer el principio de la vida. Intentar buscar este origen es una aventura mental.
Este hecho le interesó especialmente a Rufino Mesa cuando estudiaba Bellas Artes, allá por los años 1972-76. Entonces realizó dos trabajos que le ayudaron a pensar e investigar ampliamente sobre el tema. El primero fue sobre los hitos, la potencia estética de una piedra que domina el espacio. El otro, fue sobre las meditaciones en las cuevas y los huecos en las rocas. Fig. 6. Los dos unidos, enlazados simbólicamente, trataban la relación de lo masculino y lo femenino, el inicio y el final, la noche y el día. Como estudiante-buscador que era, la sencillez de la dualidad formaron un horizonte conceptual motivado, especulativo, indagador, y mentalmente extraordinario.
Después, con el tiempo, quiso aumentar el conocimiento del mundo físico y se dejó llevar por la gran aventura del pensamiento y sus creaciones. En general, los beneficios de esta aventura fueron considerables y poder disfrutarlos resultó el mayor logro de aquellos años.
Podemos afirmar que la pregunta nos invita a hacer el viaje, la gran travesía, donde la realidad estética muestra el sublime enigma del mundo. Cómo podemos entender la gozosa imagen de la creación. Sabemos que la respuesta aparece en el viaje, entre la búsqueda intuitiva y los encuentros azarosos. Aprendemos entre el movimiento creativo e imparable de la naturaleza. Como decía Heráclito, “el Oscuro”: “El fundamento de todo está en el cambio incesante”. Nos hacemos entre sus acciones e impermanencias, crecemos y fenecemos como parte de su ley fundamental. Cambiamos con el fluir del tiempo, por lo tanto, estamos obligados a repensar lo pensado, a mirar y analizar todo de nuevo. Cuando la realidad se modifica, es necesario ajustar el pensamiento y renacer con ella. El flujo del tiempo obliga a entender lo obvio y lo obtuso, atender los latidos del presente y la emergencia del Origen que lo hizo posible.
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