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martes, 27 de noviembre de 2012

Escultor de sueño


Estancia
Dormido maquilo sin cesar, ingrávido, sin cuerpo que me sustente.
Camino sin pies, sin manos, sin rostro, sin tacto en la piel.
Merodeo con la mente entre nieblas de pimienta.
Así puedo hacer grandes travesías sin cansarme.

A ritmo lento mantengo el pacto con el tiempo, ¡profundo y sentido!
Presiento que si confío en él nunca saldré mal parado.
Por un momento no miro la niebla de las naranjas.
Deposito mi atención en la suave curva de la colina.

Ahora más que nunca sobrevivo en la herida de los recuerdos.
Sé que en el dolor nace la vida y con ella brota el poder del verso.
Observo entre delirios que soy un escultor sin manos, ciego,
y puedo modelar el polvo con la voluntad de un niño.

Agito el aire con un grito, despierto la montaña y de ella nace la flor de la Comella.
Puedo hacer de su tierra un cuerpo menudo y bello.
Como Pigmalión, una criatura de perfume hechicero.
En la memoria conservo enérgica la forma del rostro que añoro.

En los ojos vibra y permanece, duerme desnuda y sin pezones en los pechos.
Decido adornarlos con rubíes, aderezarlos en una guirnalda.
Cubrir su eterna dignidad con finas telas de escarcha. [i]
Así amaso el barro, lo uno a los hilos del pensamiento.

II Estancia
Despierto con deseos indecibles, sintiendo como respira el légamo, sin mover los ojos.
Sin apuntar nada, en un instante, hago su forma de un molde ya aprendido.
Acabada la obra descanso; mientras hablo por el móvil, ya respiras.
Mientras el tambor percute con fuerza el ritmo del corazón, ya eres.

Las vibraciones del aire te han dado aliento como a la rosa de la tierra.
Así has nacido, otra vez de la fértil tentación, de la eterna necesidad de vivir.
Eres el fruto de un instinto que arrastra la vida y en ella se consume.
Eres materia que toma aliento y enamora.

Con un leve movimiento se dilatan los brazos; ¡tus alas se agitan!
La metamorfosis se cumple, nace en tu boca una sonrisa que me conmueve.
Entre el cuerpo naciente también se deja entrever una mueca maliciosa.
Resplandor de siglos, sonrisa que emana del cáliz de la boca.

No dices nada, no tienes timbre en la voz, ¡no tienes lengua! [ii]
Yo te haré una suave y sinuosa, ¡inocente como los campos de trigo!
Te percibo lejana, pero el deseo que desprendes colma el paisaje.
Tintinea entre las señales del día, en los bordes del camino.

Reluces entre las hojas y el cantar de los obreros.
Eres el impulso inocente de los brotes tiernos.
El color limpio que desprende una palabra nueva.
                       Una mazurca que taconea entre el rugir de los motores.

Resuenas en una cascada de voces, respiras en las puertas del templo.
La pasión lo llena todo, hasta el fondo de la mina rebasa su esplendor.
Hasta las simas oscuras llega tu luz cargada de deseo.
Nada se inhibe del impulso jadeante de la vida, de la resonancia oculta.
Cascabel que tintina entre tus manos; ¡son falanges de cobre!

En la cima anidan las aves, allí también palpita.
De los árboles caídos nacen seres diminutos.
Son querubines blancos, figuras de barro vivo.
La brisa inicia en ellas una cópula dulce,
larga...,
¡interminable...!

III Estancia
Con tu velo púdico me cubres, te unes a mí con tus alas de viento.
En mis manos brillan tus rubíes y con un suspiro mueves mis pensamientos.
Son aleteos de candela, olas de aceite perfumado que se evaporan en mi boca.
                       Palabras nacientes que respiran; ¡las escribo sobre el agua de tu vientre!

Muy excitado caigo de espaldas sobre un pedernal fino.
Un golpe en la cabeza deja paralizado de gozo mi cuerpo invisible.
Como una mariposa blanca te posas sobre mi cintura.
De mi nardo siento como destilas tres gotas de miel clara.

Al instante, de ellas nace un manojo de juncos, ¡susurran y cimbran!
Tú sigues enlazada, eres una espiral de viento,
de tierra y agua; así giras en mi recuerdo.
¡Muévete libre como las hojas!
Muévete suave como un hálito entre el limo.
Muévete que los ojos suspiran cálidos,
¡llenos de júbilo y esperanza!

IV Estancia
Mi cuerpo se ha devenido en roca y duerme.
Ahora es ha hecho visible y denso, ¡de arena seca!
Mis manos fluyen ante la luz del crepúsculo.
            Como una voz inocente se marchitan.
                       Mis dedos se duermen entre recuerdos cálidos.
Lentamente caen al pozo los resplandores.
Me inundan las llamas de la tristeza.
¡Es el final de un tiempo feliz! 

El Chacal en La Comella 1999          



[i] Son las imágenes que describen un sueño que tuve. En ocasiones son útiles, guías para la vida en vigilia. En la trascripción del sueño mezclo aspectos de mi manera de actuar como escultor.
[ii] Escultura en forma de sarcófago. Es una lengua con una cripta debajo de una señal de bronce. En ella se puede leer ­–inocente- en varias lenguas. Hace referencia al uso político que se hace de un hecho tan sencillo y humano como es comunicarse. La lengua para separar y no entenderse es la expresión de la inteligencia fracasada y de la esquizofrenia colectiva. 

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