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jueves, 22 de noviembre de 2012

Los versos que no oculto




El trabajo es el testamento de lo vivido,
¡así lo pienso al mirar mis manos!

Las piedras son estuches para ocultar aliento,
anaqueles vacíos de memoria bulliciosa.
Urnas para preservar los caminos invisibles del mundo;
¡en ellas hice el trayecto de mi vida!

La materia es el continente de todos mis pensamientos.
Escenario de agua dulce donde fluyen titubeos.
Allí puedo dormir como tierra cansada;
¡en su placidez sin límites descanso!

De ella nacieron ideas y campos sin horizonte.
Masas transparentes que golpeé sin cesar y sin consuelo.
Así son mis obras: llagas incurables...

¡...no sirven para nadie!

Cajas de sueños y olvidos, invisibles de momento.
Centinelas minerales, bocas hambrientas que jamás duermen
En su lengua grabé la vigilia de los días, ácidos que destilo en su vientre
Ideas sobrevenidas en piedras silenciosas, huecos oscuros que para decir callan.
Eructan el tiempo comprimido y vibran al ritmo de los guijarros.

Son papeles en blanco donde las dudas se forman y desaparecen.
Semillero agradecido donde brota un canto desesperado.
Cajas de nácar que guardan la luz del pensamiento ensimismado.
Ocultan la razón que iluminó los años de la locura,
Son canopes donde respira sin cesar el viento fétido de nuestros días.

Las obras son estuches de oro para ocultarme dentro.
La tumba donde suena y resuena el aliento de los cansados.
Allí guardo palabras modeladas con un martillo.
Con pasión las golpeé hasta arrancarles algún sentido.

La forma de mis pesares en sus huecos se desgrana.
En ellas queda el libro que custodia mi alma;

¡es memoria imborrable!

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