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lunes, 26 de noviembre de 2012

Encuentro esperado



La Comella me esperaba colmada de humo y escombro.
Por sus senderos cerrados se extraviaron los clavos del creador.
También la corona de espinas, eran zarzas en el camino.
Se había perdido el nombre, desafío para empezar de nuevo.
Hoy redacto sus memorias, junto a las mías quiero fundirlas.
Aquí está la patria y en su suelo dejo escrito mi testamento.
Tiene el perfume del pan cocido, es el refugio esperado.
Este es mi hogar entre todos los vividos, ¡aquí me quedo!

Formo parte de él como las plantas, soy guardián de la señal perforada.
De su historia oculta entre piedras y barro, de su palabra negada.
Juego con las veintisiete perlas del anillo, ¡lazo jubiloso que regalo a la madre!
Así he puesto los límites de un estado permanente, ¡ingrávido y circular!
Verso sin principio ni final donde los astros bailan entre las cuerdas del cielo.
Mensaje que se declara imparcial, la tierra de nadie, el alma de todos.
Soy como éste suelo cargado de metralla y de hierva pobre.
Hijo de la tierra fatigada, sembrada de secano y de cadáveres.

Tú, mujer de senos de madre, me has parido y serás mi tumba.
Apartado del camino ocultarás un nicho sin nombre.
Caja de espejos que miran el cielo percutido de temblores.
En tu voz nace la letanía de los que vagan en el destierro.
Son gargantas y aullidos que no encuentran su destino.
Eres estuche de quejas dispersas, confundidas en el olvido.
Altavoces de plegarias mudas, demandas que nadie escucha.
Escondes fosas comunes donde los míos encuentran reposo.

Atiendo tu voz, me cuentas historias crueles; ¡algunas terribles!
En ti duerme el aura de los condenados y el abismo de mis quimeras.
De noche se contienen los rayos del sol y te iluminan como castigo.
Hoy tu boca redacta los nombres justos, son borrados de los libros.
Escucho como cantas, coreas las musas en forma de golondrina
Tus ojos son una carta de azules donde duermen los agravios del mundo.
En ti yace el hatillo de los emigrantes perpetuos, castigados, ignorados.
Cimarrones y mestizos que buscan un lugar para comer, para dormir.
Hombres que aspiran a pensar y ser nada; ¡han renunciado a todo…!

Son aire y tierra, ¡como han nacido!

Vendedores de ilusión.
Errantes y altivos.
Cinturones de piel.
Pañuelos de seda.
Relojes de fantasía.
Tambores de piel.
Collares de colores.
Máscaras sin alma,
Labios que lloran sin besos.

Solos quedan en tu suelo, ¡como han nacido!

El Chacal en la Comella 1999

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