Arrepentido
Cansado de no creer en tu poder justiciero,
me alisto entre las huestes de los arrepentidos
y devotamente me contemplo en tu obra umbría.
Así, mientras escucho el sermón de la montaña,
me seco los pies con los cabellos de Magdalena
y guardo todos los clavos de Jesús crucificado;
¡espero! en un cofre con buena grasa, ¡espero!
Espero ver tu sonrisa en la cara del mundo y
la acción de tus libaciones en el gobierno.
Hasta hoy sólo he notado tu indiferencia
y la amargura de tu ausencia perenne.
Cuántas heridas puedes hacerme
con tus palabras dormidas;
¡arquitectura de sueños¡
¡Cáliz para bellacos,
cuánto desconsuelo
nace de tu bendición¡
Estoy por arrepentirme
de haberme arrepentido y
seguir así, sin patria y sin Dios
como las cargadas nubes del cielo.
¡Grial para todos los hombres sin credo!
qué mal cocida está tu pasta sin atributos
y qué reguero de confusión deja tu ausencia.
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